De un
tiempo a esta parte el consumo de drogas se ha triplicado. No lo sabemos y cada
vez surgen más casos cercanos a nosotros, a nuestra rutina.
Sin ir más
lejos, el verano pasado, en una urbanización cercana a la mía, sorprendieron a
un crío de 14 años vendiendo marihuana a sus amigos del jardín, amigos que incluso eran más jóvenes que él. Para
impresionarles les contaba que se estaba sacando 600 euros por la venta de la misma.
Lo peor de
esta historia, que es real, es que la madre del niño vivía en la inopia, por supuesto defendía a su niño y atacó a los
adultos que señalaban a su hijo. El niño, por supuesto lo negaba todo, pero no
por eso dejó de negociar con lo que se estaba haciendo rico.
Finalmente,
todo se supo, porque al final estas cosas se saben, aunque la madre sea la
última en enterarse e investigando se averiguó que el angelito obtenía la droga
de una plantación que su padre tenía en el jardín de su casa. Los padres
estaban separados.