Cuando me
enteré de la noticia, lo primero que se me vino a la cabeza fue ¡otra dimisión
no!, pero era el Papa, algo gordo había pasado.
Han sido
unos años duros para él, donde las palabras corrupción, pederastia, traición, planearon
a su alrededor incesantemente.
Es curioso
pero a medida que pasan los días me doy cuenta de lo valiente que ha sido en su
decisión. Es el jefe supremo de la iglesia y ha visto que ya no podía más, se
veía mayor, sin fuerza para afrontar mayor cantidad de problemas, y no ha
querido dilatar su decisión y, solo por eso, es digno de admiración.
Estamos
viviendo un momento histórico y ahora, más que nunca, hay que apoyarle. Ya nos
ha dicho a que se va a dedicar a partir de ahora, vivirá retirado del mundo,
rezando por el mundo.
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