jueves, 21 de febrero de 2013

el principito y la familia



Nunca supe lo importante que era la familia, mi familia,  hasta que tuve la oportunidad de conocer al principito en un bautizo de lo más aburrido.

Cuando más aburrido estaba, se sentó a mi lado, yo ya le conocía por todo lo que había leído sobre él, y pensé aliviado: ¡ahora sí que me voy a divertir!

Qué suerte tienes de tener una familia tan grande, me dijo el principito, ¿grande?, respondí yo. Pero si ya no tengo abuelos, se murieron hace tiempo y apenas les conocí, no sabes cuánto les echo de menos, sobre todo en Reyes, contesté cabizbajo.

No sé de qué te quejas, del planeta que vengo yo todos somos una gran familia. Imagínate un jardín inmenso lleno de flores de mil colores, donde unas se riegan a las otras, donde la mala hierba no existe, porque no hay semilla mala. El cuidado de ese jardín supone un gran esfuerzo para todos, depende del riego diario, cuidados, mimos varios, calor continuo, desecho de baobabs, etc.

A medida que me describía su casa,  sentí vergüenza de lo que le había dicho. Había sido un egoísta, no tenía abuelos, pero si tenía unos padres estupendos, hermana, muchos primos y sobre todo buenos amigos. Esa era mi gran familia, y a partir de ahora me iba a preocupar personalmente de que no les faltara de nada.

Prometí al principito que iba a ser el mejor jardinero.

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